Fragmento Homilía II de Melitón de Sardes
Obispo de Sardes, +180
II. La vieja y la nueva Pascua
Voy a explicar detalladamente las palabras de la Escritura (cfr. Ex 12, 3-28): cómo Dios ordena a Moisés en Egipto, cuando quiere, de una parte someter al faraón bajo el látigo, y de otra librar a Israel del látigo por la mano de Moisés.
En efecto, dice: «He aquí que tomarás un cordero sin defecto y sin tacha y al atardecer lo inmolarás con los hijos de Israel, y a la noche lo comerás con prisa, y no romperéis ninguno de sus huesos. Así—dice—harás: en una sola noche lo comeréis por familias y por tribus, ceñidos vuestros lomos y los cayados en vuestras manos. Porque ésta es la pascua del Señor, memorial eterno para los hijos de Israel. Habiendo tomado la sangre de la oveja, untad las puertas exteriores de vuestras casas colocando sobre los montantes de la entrada la señal de la sangre para la intimidación del ángel. Porque he aquí que Yo heriré a Egipto y en una sola noche será privado de hijos, desde el ganado hasta el hombre».
Entonces Moisés, habiendo degollado la oveja y habiendo cumplido de noche el misterio con los hijos de Israel, marcó las puertas de las casas para protección del pueblo y para intimidación del ángel.
y la pascua es comida,
y el misterio es cumplido,
y el pueblo alegrado,
e Israel marcado,
entonces llega el ángel para herir a Egipto.
En una sola noche castigó a Egipto,
no iniciado en el misterio,
ni partícipe de la pascua,
ni marcado por la sangre,
ni protegido por el Espíritu,
sino enemigo, incrédulo;
y en una sola noche, después de herirlo, lo privó de sus hijos (...).
Israel, en cambio, estaba protegido por la inmolación del cordero,
y al mismo tiempo iluminado por la sangre vertida:
y la muerte de la oveja resultaba ser una muralla para el pueblo.
¡Oh misterio sorprendente e inexplicable!
La inmolación del cordero resultó ser la salvación de Israel,
la muerte de la oveja llegó a ser vida del pueblo
y la sangre intimidó al ángel.
Dime, ángel, lo que te ha intimidado:
¿la inmolación del cordero, o la vida del Señor?,
¿la muerte de la oveja o la figura del Señor?,
¿la sangre del cordero o el Espíritu del Señor?
Es claro que estás intimidado
por haber visto el misterio del Señor realizado en la oveja,
la vida del Señor en la inmolación del cordero,
la prefiguración del Señor en la muerte de la oveja.
Por esto no castigaste a Israel, sino que privaste de sus hijos sólo a Egipto.
¿Cuál es este misterio inesperado:
que Egipto haya sido golpeado para su perdición
e Israel, en cambio, protegido para su salvación?
Oíd la dinámica del misterio. Lo que se ha dicho y lo que ha ocurrido no es nada, amadísimos, si se separa de su simbolismo y de su proyecto. Todo lo que se realice y se diga, participa del simbolismo—la palabra, del simbolismo; el hecho, de la prefiguración—para que, así como el hecho se manifiesta por la prefiguración, así también la palabra se ilumine por el simbolismo.
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