de los Cuentos de Rabí Najmán de Breslov
Cierta vez un hombre soñó que había un gran tesoro enterrado bajo un puente en Viena. De modo que viajó hasta Viena y se acercó al puente, pensando qué podía hacer, pues no se animaba a buscar el tesoro durante el día debido a la mucha gente que por allí pasaba.
Un oficial pasó junto a él y le preguntó, "Qué estás haciendo aquí parado tan contemplativo?" El hombre decidió que lo mejor era contarle toda la historia y pedirle su ayuda, esperando que compartiese con él ese tesoro. De modo que le contó toda la historia.
El oficial le dijo, "¡Al judío sólo le importan los sueños! Yo también tuve un sueño y también yo vi un tesoro. Estaba en una pequeña casa, bajo el sótano."
Al ralatar su sueño, el oficial describió con todo detalle la ciudad del hombre y su casa. Este corrió entonces de vuelta a su hogar, cavó debajo del sótano y encontró el tesoro. "Ahora se que siempre tuve el tesoro", se dijo. "Pero necesité viajar hasta Viena para encontrarlo."
Lo mismo es verdad en el servicio al Santo, bendito sea. Cada persona tiene el tesoro pero debe viajar hasta el Tzadik (el hombre Justo / Santo) para encontrarlo.
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